La migración como parte de nosotros

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Siguiendo los razonamientos de la semana pasada en Migrante Noticias, me gustaría seguir con esa ruta analítica y concluir con lo siguiente, para posteriormente, en otras participaciones ahondar en otros tópicos. Decía que los movimientos migratorios en las diversas geografías del planeta han sido una constante en la historia de las sociedades humanas, razón por la cual podemos afirmar, que las migraciones son un fenómeno histórico. Sin embargo, los motivos de las migraciones, modalidades e impactos, han sido diversos en el transcurso histórico, lo que ha dado como resultado que cada periodo muestre sus propias particularidades migratorias. En este sentido, vale enfatizar que la característica esencial de las actuales migraciones es su carácter global, involucrando a una mayor cantidad de naciones y regiones lo que adopta mayores rasgos de complejidad en sus causas y efectos. La extensión global de las migraciones debe ser entendida no únicamente como el incremento de individuos que cruzan las fronteras, o de la constante incorporación de más países a los circuitos migratorios internacionales, sino también como la ramificación de las modalidades, motivaciones y temporalidades migratorias.

En el transcurso de la historia el ser humano ha mostrado básicamente tres causas por las que migra: ecológicas, políticas y económicas. Los desplazamientos por razones ecológicas se refieren a las provocadas por siniestros naturales o situaciones desfavorables del medio ambiente: eventos hidrometeorológicos, sequías, inundaciones, maremotos, terremotos, tsunamis, erupciones volcánicas, epidemias, pandemias, ondas de calor, incendios, etc. Fueron muy numerosas en épocas pasadas, aunque algunas de ellas se han recrudecido con fuerza en las últimas décadas. Las políticas son inducidas por las adversidades de esta índole, ya sea cualquier tipo de conflicto bélico (como la actual Guerra Rusia-Ucrania), inseguridad (como la actual situación de narcotráfico en nuestro país), crimen, guerras civiles, insurgencias guerrilleras, conflictos de pandillas (como el caso de El Salvador), violencia doméstica, terrorismo, por persecuciones de carácter político (ejemplos de ello son los desplazamientos que generaron las revoluciones en Latinoamérica, Vietnam, Corea y algunos países en África), religioso o étnico (como las muy sonadas persecuciones religiosas en Europa en los siglo XVII y XVIII, el conflicto de la India y Pakistán, y la guerra en los Balcanes) dando lugar a creación de los desplazados, exiliados, asilados o refugiados. Y las migraciones por razones económicas son las producidas, por pobreza, desempleo, diferenciales salariales, asimetrías económicas, deudas, perspectivas de inversión, etc.

Con ello se puede afirmar que las migraciones humanas han estado presentes desde tiempos ancestrales impulsando transformaciones significativas en la geopolítica del mundo, pero, aquellas que se originan a raíz del desarrollo del capitalismo (en los últimos 2 siglos y medio) adquieren una característica específica y muy diferente, vinculado a las transformaciones de las diferentes fases y ritmos de acumulación. En ese proceso histórico, la urgente necesidad de contar con una creciente fuerza de trabajo mundial proletaria, impulsó a los principales países capitalistas a interactuar con regiones y países con bajo desarrollo, con el objetivo de ir quitando todos aquellos obstáculos que pudieran impedir al mercado ser el epicentro de las nuevas relaciones. Este proceso de internacionalización será complicado, duradero y tendrá como uno de sus pilares una mayor fluidez de mano de obra, la cual beneficiará el fortalecimiento del mercado capitalista. La migración internacional, en estas condiciones, se torna un elemento esencial para el desarrollo de los países más poderosos en estos siglos. 

Tan importante se ha tornado el tema de la migración que en las últimas décadas es uno de los asuntos que más han sido analizados por un número creciente de especialistas en el mundo. Incluso en la literatura, la poesía, y el cine se han encargado de relatarlo, narrarlo y exaltar los claroscuros y sus particularidades. Si dejar atrás, las permanentes menciones que a nivel gubernamental se vierten como espuma por los flujos de remesas, lazos transnacionales,  visitas cíclicas, motivos para inversión y apoyos diversos. Esto se debe a los nuevos e inéditos rasgos, modalidades  y a las sustantivas consecuencias que este proceso ha brindado a investigadores, gobiernos, organismos internacionales, organizaciones no gubernamentales, en sus diversas aristas económicas, sociales, políticas,  culturales, incluso de la salud. Y es tal es el alcance, que a juicio de algunos investigadores, el fenómeno mundial después de la Segunda Guerra Mundial, es la migración. El flujo de la gente es de tal dimensión que puede ser estimada, y con justa razón,  ya como el fenómeno social más globalizado y más actual. Prácticamente, no existe comunidad, sociedad, país del planeta que no tenga migrantes o que no manifieste las secuelas tangibles o intangibles de la migración.

La segunda mitad del siglo XX se caracterizó por un incremento de la migración internacional, no únicamente a los países tradicionales de recepción, como Estados Unidos (el principal receptor del planeta) y Canadá, sino también hacia otros países en el mundo, por ejemplo el Medio Oriente (Arabia Saudita, Kuwait, Emiratos Árabes, Qatar). Y aunque a muchos les cueste reconocer, los desplazamientos internacionales de individuos impulsan un dinamismo imprescindible dentro de la globalización y dentro de las economías en donde radican los migrantes. Entre sus distintivos más evidentes están el aumento de los flujos transfronterizos de diversa índole, como la inversión y los capitales, el comercio, los productos culturales, las cosmovisiones, aprendizajes, destrezas y las personas; y la propagación de redes transnacionales con vínculos en múltiples geografías.

Entonces no es aventurado decir, que las migraciones a través de las fronteras han influenciado en la formación de estados y sociedades desde hace siglos, y lo que lo diferencia en la etapa contemporánea es su trascendencia global, por ser pieza clave en la política interna e internacional y sus notables e innegables consecuencias. Por cierto, se debe enfatizar que la globalización surge como consecuencia de la acelerada evolución en la tecnología de la información y las comunicaciones, lo que ha facilitado una mayor fluidez en la comunicación entre las personas, el intercambio de ideas y símbolos culturales, así como en el traslado de un país a otro.  Es decir, la migración se recrudeció como efecto de la globalización, pero la migración es esencial como fenómeno para el fortalecimiento de la globalización, de los Estados y las sociedades actuales. La migración es parte de nosotros, negarlo es negarnos a nosotros mismos.

PARA SABER MÁS

Alba, F. (2001). Las migraciones internacionales, México: CONACULTA.

Blanco, C. (2000), Las migraciones contemporáneas, Madrid, Alianza Editorial.

Castles, S. (2014). “Las fuerzas tras la migración global”, Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, Vol. LIX, No. 220, pp. 235-259.